sábado, 31 de diciembre de 2011

Año nuevo, vida nueva

Lejos de historias navideñas como la tuya, Vir, he de decirte que mis navidades transcurren -y desde que tengo uso de razón, han transcurrido- con total normalidad. Es curioso, anoche pensaba todo lo que escribiría hoy, y hoy me siento sin saber bien qué decir. -Nota mental: apuntar mis notas mentales-.

Mientras los críos españoles empiezan a tirar petardos -gracias por recordarme que es Nochevieja, no me había dado cuenta-, aquí me encuentro yo, haciendo repaso de lo que me ha traído este año. Un tanto absurdo, pues, lejos de los repasos anuales, donde todo queda un poco en el aire, es mejor hacerlos diarios. Sólo así de verdad nos damos cuenta de las cosas e intentamos cambiarlas, o conservarlas, según se mire.

Remembering 2011

Lo primero que hay que hacer es

lunes, 26 de diciembre de 2011

Crónica de un atranque anunciado

Buenos días. Hoy me he levantado con resaca navideña, aunque en realidad mi resaca propiamente dicha, fue concretamente de Nochebuena, y la sufría el día D, mientras cenaba. Es una sensación muy rara que tu estés sufriendo ya, aquello que algunos están empezando a configurar. Yo soy así, muy como Chenoa, que cuando tú vas, yo vengo.

Eso cuando vengo a tiempo, porque por ejemplo hace dos años atrás –esta frase queda mejor en inglés: “two years ago”, da más glamour a una escena que en ningún momento lo tuvo- llegué al postre de la cena de Nochebuena.

Y ahora imaginaos que sale mi cabeza en una pantalla de plasma de high definition y que yo levanto la vista para arriba con cara de interesante, sí también tendré puestas las gafas para parecer más intelectual, de lo que ya de serie parezco –una que nació para triunfar, pero parece que nadie se da cuenta-. De repente la imagen se vuelve borrosa mientras suena una melodía de campanitas –o de lo que sea la melodía que ponen en las pelis para dar comienzo al recuerdo de alguien- y nos situamos en la Nochebuena del 2009. Esta vez el recuerdo es mío. Y como es mío quiero que suene la canción de Pretty Woman, por lo menos, y sino pues Danza Kuduro. Y sino ya cantaré yo algo.

Mediodía. Clark me recoge en mi Villa y ponemos rumbo a la Ciudad Imperial para asistir a las tradicionales migas. Una vez llegados al lugar, Clark se relaciona con los demás asistentes -mimimimimimi- y yo decido relacionarme con mi fiel amigo a la espera de que vengan los refuerzos. Unos refuerzos que aún se encuentran apatrullando La Sagra, pero que pronto vendrán.

Mientras espero sigo afianzando mi relación con mi amigo. Y ya están aquí, las primas han llegado. Con permiso de Clark. Y como ellas tienen la misma relación con mi fiel amigo que también es el suyo, pues afianzamos en grupo. Estamos socializando, don`t disturb. Comienza a llover, pero no hay problema, tenemos un paraguas tomado prestado en algún punto del lugar.

Anochece en Santa Teresa, es hora de regresar. Próxima parada: Cabañas de la Sagra. Vir vuelve con Clark, los refuerzos van aparte, Sofi Alonso al volante. Sí, llegaron. Sí llegué. Punto de encuentro: La Cerrajería. Villancicos flamencos, sombreros de paja, pelo verde –ah no, que esto está siempre-, chaquetas de cuero, cigarros de liar, fotos de felicidad. Patrocinado por Ron Brugal. Fotos en las que se vislumbra la crónica de un suceso anunciado. Fotos que más tarde serían censuradas. Fotos que quedaran en el recuerdo, en el nuestro, porque aquellos fueron momentos para recordar.

Son las 9. Hora de regresar a cenar. La del pelo verde al volante -por eso de tener una conducción ecológica-. Comenzamos nuestro viaje. Próxima parada: Recas. Diez minutos más tarde, obligada parada en el camino. Y no, no penséis mal, ésta vez con el único con quién teníamos cita era con el barro. Arcilloso y pegajoso. Empieza la supervivencia. Comienza la cuenta atrás. Los móviles empiezan a sonar. Y creo en esta es el momento de presentaros a las demás personas que aparecen en la pantalla de mi recuerdo. Es hora de que os presente a los refuerzos, por entonces, y ahora también:

Eli. La chica responsable con el pelo verde que aprendió a conducir por los caminos. Menos mal. Su tez blanca fue moteada a modo de dálmata por nuestro invitado el barro. De su abrigo, nunca más se supo. Su pelo, no hizo ninguna reacción con el barro y permaneció verde. Su teléfono también sonaba.

Naza. La chica que rápidamente capta cuando nos están faltando el respeto y se lo hace saber al individuo. La chica que se toca el flequillo y resopla para arriba cuando es hora de abortar misión. La chica que lloraba porque no iba a llegar a tiempo a las gambas. Sí, a ella también le sonaba el teléfono.

Sofía. La dueña del coche. La de los adelantamientos fugaces. La que necesitaba toallitas húmedas. La que además del barro, también sufrió las piedras del camino. La que no volverá a sacar el coche en Navidad. Sí, por supuesto que a ella le sonaba el teléfono. En mi recuerdo suena de fondo la frase me van a pelar.

Mary. Mi prima. La conducción agresiva de pelo verde por el camino le provocó un ligero mareo que derivó en aquello que derivan los mareos y que producen que tu rímel siga otro camino del habitual, convirtiéndote en una gótica temporal. La chica que aportó tranquilidad. La que guardó nuestros abrigos. La que no se bajo a empujar. La que no veía ningún problema en llegar más tarde a cenar. No, a ella no la llamaba nadie.

Y por último Vir, que es servidora, la que teclea su recuerdo. La que teclea los momentos de aquel día de Navidad. Porque para ella, momentos como esos y como los que después vinieron, y los que espera que vendrán, son Navidad. Son mi Navidad. Una vez delegada la responsabilidad de mi abrigo sobre mi prima. Yo, como tía dura forjada en el calor de la guerra –ah no, que eso es Xena-. Yo, como visionaria que me vuelvo cuando mi relación con mi amigo pasa a mayores, procedí a la búsqueda de piedras con las que calzar las ruedas para poder salir. Nadie me creyó. Pero reconocer que era un buen plan. Un plan que por falta de apoyo se vino abajo. Esta vez no hubo refuerzos. Me faltaban efectivos. Y sí, a mí tampoco me llamaba nadie. Entre otras cosas porque tenía el móvil apagado.

- S Lo que vino después estuvo acompañado por la lluvia que empezó a caer. Para que os hagáis una idea podéis imaginaros a las Spice Girls andando por un camino donde cada vez que das un paso te introduces en el barro hasta la rodilla. Y así de lejos. Así en la noche. Esas éramos nosotras. Hasta que acudieron a nuestro rescate. Wannabe.

Y sí, ese día no pude parar de sonreír. Y sí, cada vez que lo recuerdo lo vuelvo hacer. Y sí, volvería a ese momento. Y sí, ese día algo aprendí, que los caminos son para el verano… y para las bicicletas.

Basado en un hecho real.

Para las primas -no, no son un grupo de música- y para Sofía, porque quizá sea la única que guarda un mal recuerdo de aquel día. Va por ustedes.

Feliz Navidad

Capítulo III


sábado, 24 de diciembre de 2011

De despertares y Navidades


La Navidad se me ha echado encima mientras me recreaba en recordar mis buenos momentos con Noviembre. Otro año más, estamos en este punto, en el que lo deseas lo mejor a la gente, en el que te arrepientes de lo que no has hecho -y de algunas cosas que sí también- y en el que empiezas a plantearte qué hacer a partir de enero.

Yo para empezar debería arreglar la letra más española del espaÑol. Sí, hace un par de meses se sucedió un desafortunado incidente en el que mi Ñ salió volando por los aires. Justo lo que necesitaba para renegar de mi país, cada día más deprimente, en esa relación de amor y odio extremo que tenemos.

Y así, sin más, me despierto un sábado, gracias a mi niño/amigo/vecino dándose de cabezazos contra la pared que tenemos en común -¿estaría intentando desearme una feliz Navidad así?- y justo en ese momento de confusión me doy cuenta de que

viernes, 23 de diciembre de 2011

En Navidad II ...


Hace una semana, inauguraba la Navidad en el blog. Hace una semana os contaba las cosas que me encantan de la Navidad. Ahora que lo he pensado, se que son cosas que me encantan en general, sea o no Navidad. Menos la lotería, que en el resto de sorteos, mis sueños no la juegan. Aunque pensándolo bien, los sueños que jugué ayer ni el gordo los habría hecho realidad.

El dinero no vuelca el cielo. El dinero no acaba con el invierno. Haría uso del tópico de que el dinero no da la felicidad, pero ayer todos los telediarios me mostraban lo contrario. El dinero en ocasiones si da la felicidad, en otras ayuda a encontrarla, a veces sobran las palabras. Clark, que se encuentra en estos momentos gestionando sus quehaceres agrícolas –se me ha vuelto gavilán, que para paloma ya estoy yo-, se encarga de la parte monetaria para abrirme camino hacia el puesto de Primera Dama.

Cuando por fin lo consiga tendré mucho dinero… pero seguiré sin poder volcar el cielo. Por lo tanto, seguiré siendo pobre, porque eso es lo que necesito… Y no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Antes de que me lo dijese Ikea, ya me lo decía mi padre, que no solo es feliz en Navidad porque come turrón, que es feliz todo el año porque necesita muy poco.

Os dije que hoy hablaría de las cosas que odio de la Navidad, pero como soy río y me vuelvo cuando quiero, cambio de idea. A día de hoy no quiero Navidad. Que paren el mundo, que yo me bajo. Tengo crisis de identidad. Tengo muchas preguntas sin contestar. Tengo abierta al mundo una ventana de ilusiones, con la esperanza de llenar los corazones de todo aquel que vive sufriendo, por amor o por lo que sea. Ahí discrepo con Queco.

No, no me apetece enumerar todo aquello que odio barra no me gusta de la navidad, hoy son demasiadas cosas… quizá en el próximo ginger… maybe this time… Lo que si os voy a contar es que a pesar de que los villancicos flamencos me encantan, estos sí que los escucho solo en Navidad. Que ya me juego yo mi suerte abriendo los paragüas en espacios cerrados, lo de poner villancicos todo el año ya es mucho arriesgar. No lo hace ni mi hermana, que su casa parece el museo de Santa -Claus- en España. Pero a falta de villancicos flamencos siempre me quedará Isabel. Pantoja claro.

Porque ya os dije el primer día que yo soy muy de copla. No muero por ella, porque aunque yo todo le di, ella no a mi no me lo dio. Se olvidó de la voz. Pero sí, la copla es el aire que respiro, es como un sueño escondido, es un río de sentimiento, un camino de recuerdos… son tristezas y alegrías. Que lo sepa er mundo.

Y sonrío cuando suenan los acordes de marinero de luces, aunque no soportaría que mi barco velero cargado de sueños cruzase la bahía y me dejé agitando el pañuelo, sentada en la orilla. Pero por si hay una pregunta en el aire, por si hay alguna duda sobre mí, hoy quiero confesarme, hoy que me sobra el tiempo –o espacio-, hoy quiero confesar que estoy enamorada. De Clark si, desde que me sedujo ayudándose del garrafón, ya no ha habido vuelta atrás. Y es que Clark baila y ríe, como el moreno, aunque no lo es. Él es más así como de Crepúsculo. Y esto sí que es amor, que a pesar de mi animadversión con el canon de belleza renacentista, yo siga a su vera, siembre a la verita tuya, hasta que de amor me muera. Porque cuando me mira me pone tan encendida, cuando me abraza, conmigo ya no se qué pasa. Porque aunque fueras un venenome robas mi garlochí –porque en ocasiones tengo el corazón gitano-. Así, como de pan tostaíto, migaito con café.

Y aunque no nací en Sevilla, que lo hice en Madrid, la vida también me dio un beso cuando nací, a mi también se me enamora el alma cada vez que le veo doblar la esquina, aunque no vaya perfumado de albahaca y manzanilla –a Dios, gracias-. El fuego está encendido… la leña arde. Y sí, quizá se nos ha hecho tarde, pero así fue. Otro día os hablaré del feriante, que quiero que me lleve al río, olvidar mis apellidos y todas esas cosas, que eso si que es una leyenda de pasión y no lo de Brad Pitt.

Y a partir de ahora, le echaré ganas, llenaré de aire mis alas y pondré corazón, para volar, en estos días que se estrellan con el suelo. Aunque Dios me dé la espalda.

Feliz Navidad

Capítulo II

Foto: deviantArt.com

martes, 20 de diciembre de 2011

Dudas que me asaltan -sobre mujeres-

Así, como si fuese andando por la calle y notase la presencia de alguien que me persigue y me asalta en plena oscuridad, me quedo cuando veo las mayores incoherencias por la vida. Yo es que soy muy observadora. De ahí que a esta periodista sin muchas oportunidades -¡con todo lo que valgo!- no se le escape ni una. Si yo pudiese luchar contra las aberraciones que veo por ahí, otro gallo nos cantaría.

No soy una Miss, que busca la paz mundial y que cree que Confucio inventó la confusión, qué va, pero tengo un mínimo de gusto e inteligencia, ambos con su perspectiva estética, que se activa al ver una atrocidad que lo vilipendia. Dejando a un lado los estilismos dictatoriales moderniquis bastante imposibles de los fenecidos Gadafi y Kim Jon Il, las dudas son más bien tirando a los ciudadanos de a pie, basándonos en nuestro día a día... For example:

¿Por qué hay chicas/ tías/ mujeres que no llevan calcetines en invierno, a 0 graditos?

¿Por qué esas mismas chicas/ tías/ mujeres que además de no llevar calcetines con este frío pelón, admiten que para su día a día les encanta "ir cómodas"? ¿Estar al borde de la gangrena es sinónimo de comodidad?

¿Por qué esas chicas/ tías/ mujeres al borde de la amputación de pies, llevan unos tacones que les permiten andar medio metro por hora? ¿Son sinónimo también de comodidad, o es causa de la proximidad a la pérdida de sus extremidades inferiores, que ya ni sienten ni padecen?

¿Por qué esas chicas/ tías/ mujeres que no sólo llevan los pies desnudos en algunas ocasiones? ¿No sienten frío? ¿Tienen una capa de piel especial, estilo foca del Polo Norte? Aunque de focas... ellas poco...

¿Por qué esas chicas/ tías/ mujeres que no sienten el frío en sus blanquecinas pieles, tampoco sienten el calor en verano, cuando se ponen botas, habiendo 40º a la sombra?

¿Por qué esas chicas/ tías / mujeres sin regulación de temperatura corporal, usan manga y/o pantalón largo en verano y shorts y/o minifalda y sandalias en invierno?

Estas son algunas de las preguntas que me planteo, pensando que esas féminas son de otra pasta... ni mejor ni peor, tan solo de otra pasta. Diferentes.

To be continued, claro está, ¡si esto da más de sí que los panes y los peces!




Me marco un video de Édith Piaf, en su memoria. Nació hace 96 años en París

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Una ración de vida nueva

Virgencita, plis, que pase el/los año (s)
Estar enferma no mola nada. De nada. Y los porqués o los dequés tampoco. En fin, no es nada acertado que te pidan muchos detalles de qué te ocurre. Que pides la muerte y punto. Y lo cierto es que llevo encadenando sin parar esos malestares a lo largo del mes de diciembre. Si ya os lo dije, es abandonarme mi enamorado Noviembre, y caer en una espiral. Pero tampoco me quejo, que las cosas no van tan mal.

Hoy me preguntaba: cuando una está enferma, ¿qué hace? Es desesperante, porque tener que quedarse en casa no es tener el día libre, sino no poder ni moverse, nada más que estando cual vegetal, sentada en el sofá viendo la vida pasar... Y pensando. Mucho. Pero mucho, mucho, ¿eh? Eso sí lo puedes hacer, fíjate. Lo demás no, pero pensar... ¡barra libre! En fin, que no es suficiente tortura tener un cuerpo de escombro, sino que también te machacas, venga a pensar en tus cosas.

La cuestión es que he acabado cayendo en la cuenta de que quizás este martes 13 del 12 del 11 no era mi día de suerte. No es que yo sea supersticiosa y me fíe de esas cosas... pero a los hechos me remito; en fin, una noche toledana -y no porque me haya ido con Vir a apatrullar La Sagra- y un día también bastante espeso se han sucedido hoy. Ya veis que el sino tiene para mí planes bastante previsibles: buena suerte para el 11.11.11 y mala para el 13.12.11...

Todos los días doy las gracias a la vida, no os vayáis a creer que

martes, 13 de diciembre de 2011

En Navidad ...


Hola perdón por ausentarme más de lo debido pero a falta de viajes, excursiones y otros planes del montón, servidora y su cama han mantenido una relación intensa y cinematográfica durante esos días festivos que la Constitución y la Inmaculada –que no es mi tia- nos brindaron. La niebla fue nuestra celestina. Es que La Sagra cuando hay niebla se convierte en Silent Hill, y entre mi astigmatismo, los problemas que tiene mi coche para desempañar –que parece que siempre vengo de tener momentos de lujuria y pasión y no, son momentos de desesperación- y que a las rayas de las carreteras que me llevan hasta Villa Vir no las llego el Plan E… Pues la cosa no está como para salir a apatrullar.

Y aparte de afianzar mi relación camastral y mi madridismoHasta el final, Vamos Real- , también me di cuenta de que ahora sí, la Navidad está aquí. Y no, no es que lo diga El Corte Inglés, porque lo dijo hace más de un mes, lo dicen esas luces indescriptibles que cada año cuelgan a la puerta de mi Villa.

No sé si me gusta la Navidad o no. Si que se que no me encanta. O quizá si lo hace a veces. Si lo pienso en frio, como ahora, pienso que la Navidad es triste y no alegre como la pienso con los villancicos flamencos –próximamente-. Es triste porque siempre falta alguien. Es triste porque siempre alguien esta triste, aunque sonría por fuera, llora por dentro. Por los que no están. Por esas estrellas que están arriba cuando iluminarían mucho más abajo. Porque todos los días sueño con la posibilidad de volcar el cielo para que muchos tengan sus estrellas. Para que tú las tengas. Para que la Navidad sea para todos.

No, no os asustéis que no he sentado la cabeza y me he vuelto una chica seria. Aunque he de reconocer que ahora que soy una gafistuta –aquí me hallo rezando a Santa Lucía por primera vez en mi vida-, mis Vircicletas me dan un aire intelectual, de persona respetable. Una persona multidisciplinar. Pero no, mera apariencia, me las quito –para alegría y gozo de Clark- y vuelvo a mi realidad. Cruda o como queráis que sea… pero mía. Que es gratis.

Lo cierto es que si recuerdo cuando pienso en caliente hay bastantes cosas que me gustan de la Navidad y paso a enumerar algunas –el próximo día enumeraré las que odio que seguramente son más-:

- Si hay una cosa que me encanta de la Navidad, y no, no es el trapo ese que cuelga mi madre en la escalera que me recuerda que ya es Navidad porque Dios ha nacido, es ponerme cosas en la cabeza. Y si tienen luces… mejor. Y ya si tienen música, es lo más. Eso sí que es felicidad. Y es que yo no soy de adornar la casa, entre otras cosas porque Villa Vir de Vir… solo tiene el nombre, que ahí quién manda es la mamma -al estilo italiano, aunque es más de cocido que de ravioli, y más de Isaac que de Giovanni-, yo soy más de adornarme a mí misma.

- El mañaneo o lo que es lo mismo beber todo el ron que pueda para terminar haciendo uso de todas las cosas que vienen en el cotillón como si no hubiese mañana.

- Las gambas –aunque en realidad me gustan todo el año-.

- Ver lo feliz que es mi padre comiendo turrón, marquesitas, mazapán y demás productos light típicos de la temporada.

- Poder pensar que mi hermana no está loca porque en efecto es Navidad y por fin pegan los adornos que tiene puestos todo el año en su casa. Debe ser porque lo cierto es que los adornos de Navidad son muy sufridos y disimulan muy bien el polvo, con los brillis y demás cosas. Esto me da que pensar, que sería buena idea que mi próximo coche lleve brillis, pero de swarovski claro, que para ser VIP hay que sufrir. Aunque esta vez delegaré mi sufrimiento en mi bolsillo.

- Los Villancicos Flamencos de Raya Real. Sí, soy de la España cañí, pero eso ya os lo cuento en otro momento.

- Pasarla en familia, con mis amigos ... con la gente que me gusta.

- La lotería. No porque me vaya a tocar, porque yo no juego. Pero me encanta despertarme con el sonido de la retransmisión de la lotería. Me encanta ver llorar a la gente de alegría. Me encanta que toque a la gente que de verdad lo necesita. Me encanta que te toque a ti. Me encanta que se reparta ilusión. Y me encanta muy mucho el anuncio de este año. Yo mis sueños no los he prestado porque no se compran con dinero, ya trabaja Clark para hacerme Primera Dama. Y ya trabajo yo para el tema de suprimir el invierno. Y en breves aprovecharé para negociar con el Rey mi sitio en Zarzuela, ahora que unos se van… a ver si otras llegan. Aprovecho este Ginger para ofrecer mi disponibilidad a S.M.

- El olor a castañas, a sopa de almendras, a comida de horno, a humo que sale de las chimeneas… El olor a Navidad. En ti, en mí, en todos.

- Pero si hay algo que gusta de la Navidad es la ilusión con la que la viven los niños. Ellos son la Navidad.

Y desde aquí pido a quién me escuche y lo pueda cumplir, con ayuda de Rosana, para que cada deseo se haga realidad, para que lluevan semillas del amor, para que el mundo sonría al despertar, para que el frio se llene de calor, para que llenes de luz la oscuridad, pero sobre todo para que nunca te canses de volar, aunque tropieces con el suelo. Son tus sueños.


Feliz Navidad. Capítulo I.

C o n t i n u a r á . . .

Foto: deviantArt.com

jueves, 8 de diciembre de 2011

Cosas que se hacen por estas fechas...


Hace nada era mi cumple y veía el primer encierro de los San Fermines diciéndome a mí misma lo rápido que estaba pasando el tiempo. 2011 ha sido un año agridulce para mí. Complicado a la par que delicado. Con fracasos y éxitos, a partes iguales. Con unos que se van... y otros que llegan. La esencia de la vida misma, vamos.


Entre vivencia y vivencia acabas descubriendo que este año está over, como los videojuegos. Y como si fuésemos ludópatas, no nos preocupamos, porque sabemos que aunque esta partida haya terminado, siempre viene otra, y luego otra... y que sean muchas, ¿eh?... que la vida da muchas vueltas.

Viendo, precisamente, que aún quedan unos días para arañar el año te das cuenta de que no has leído lo suficiente, de los viajes no te quejas, pero del deporte prefieres hacer una trastienda donde esconder esa bochornosa promesa de año nuevo. Mientras tanto, y contagiada por un espíritu festivo-navideño piensas qué comprar a tus seres queridos mientras preparas la agenda para el año 2012, que, mira por dónde, te saca una sonrisa: ¡año de Olimpiadas! Y como todo en esta vida es un tira y afloja, a cambio me llevo un día más en mi haber. Sí, año bisiesto. Mi cumple, en el día del Señor. Genial. Desviaré la atención agasajando a mis invitados con finales de Roland Garros, que no os creáis, ya lo he hecho en alguna ocasión. Yo, lo siento por Rafa, pero me gustan más las finales que juega en Armani Underwear. Las cosas como son...

Como no podía ser de otra manera, algún Amigo Invisible también cae. Una locura pensar

viernes, 2 de diciembre de 2011

De desnudos, pesos, proyectos y otros despropósitos


Disculpad el retraso, no me olvido de vosotros, pero entre el máster del universo y que tenía cita para quitarme un peso de encima… no he tenido tiempo de pasar antes por aquí. Sí, es que una ya parecía Frida Kalho, y claro, por mucho que Clark sepa utilizar el Autocad, el resultado no se parece en nada a un cuadro de Rivera. Aunque conste en ginger, que yo delante de Rivera -de Diego- no me hubiese desnudado. O sí. Seguro que Terelu dijo lo mismo de Interviú. Pero la pela, es la pela… y eso que yo no soy de catalonia, porque como no es de Spain y yo sí. Aunque aprovecho para dejar claro -por si alguno se quiere animar- que si el Rivera no fuese Diego sino Fran -Rivera Ordoñez, no equivocar con Rivera Pantoja- o Cayetano... la pela sería lo de menos.

Y mientras decido si desnudarme o no –si algún día me lo piden claro-, y me justifico por no haber lavado el coche aún… Porque estaba claro que hoy... era el día. Me quitaba yo un peso de encima y se lo quitaba a él. Pero las lluvias no han querido aprobar mi buena acción, que ya ha llegado un punto en que es más una obra de caridad… o de necesidad. Y digo yo… si cuando llueve fuerte como esta mañana, yo salgo y echo un chorrito de Fairy ultra –formato ahorro- así en plan dibujo artístico por toda la carrocería y otro poquito de KH7 –incluso puede que de la nada salga un hombre musculoso que me ayuda a apretar el gatillo (¿Por qué como se llama esa palanquita que llevan los flis-flis?)- … ¿Puede ser que la lluvia ejerza una labor de auto lavado? Va ser que no… Demasiado gratis para ser verdad.

Bien, ya os he dicho que he dejado de ser una pequeña dictadora sin autoridad alguna al despojarme de aquellos que habitaban mi labio superior. Vamos, que ya no tengo bigote. Las cosas por su nombre. También os he contado que mi coche sigue pesando más de lo que pone en la ficha técnica y no precisamente por las piezas añadidas, ya que más bien le faltan… Muerte a las lechuzas y a los camiones de hormigón. Os he contado una súper idea que me rondaba a mí por la cabeza desde hace tiempo. Por lo que os he vuelto a dejar muestras de mi brillantez. Yo también suspendía matemáticas como Einstein.

Y como todavía es pronto para hablaros de los villancicos flamencos o de la cata de licores que realizo en Navidad –lo dejo para comentaros los nuevos sabores, que yo soy muy de innovar, pero siempre vuelvo al ron, soy latina, no lo puedo remediar- o para celebrar bloguísticamente el aniversario de “Los caminos son para el verano” –próximamente-, os hablaré de lo triste que es cuando todo el mundo se va de puente o de acueducto –guau que gracia, que símil más genial, ja, ja , ja-, y tu te quedas aquí … apatrullando La Sagra, y como mucho la capital –pero vamos, que eso ya es mucho decir, y ser muuuuy positiva, en una realidad negativa-.

Pues sí, soy así de pringada, arruinada, pelada, y todos los adjetivos negativos que se os puedan ocurrir que terminan en ada y además de todo eso vivo amargada porque estoy congelada por la odiada estación que nos toca vivir… Aunque yo diría más bien que nos toca sufrir.

Una vez esté en el poder, como Primera Dama, y llegue un momento en el que el cargo me agote, o me estrese que es lo que se lleva, tendré que pasar a un poder superior, entonces me subiré al carro del poder divino –y desayunaré tostadas con queso philadelphia- y veré si puedo hacer algo por suprimir la estación de invierno. O por lo menos que sea invierno solo de noche. Algo hay que hacer porque a mí el invierno me mina la moral y me jalbega la piel. Si a eso le añades que los mocos se convierten en mis más fieles compañeros, y que vivo con miedo a que trunquen mi sueño –otro más- de ser una estrella radiofónica porque el día de la entrevista me van a preguntar dónde tengo al muñeco porque parezco ventrílocua…

Pues lo que os digo, que no sé si es que Dios no tenía hielos para beberse su propio cuerpo –de Cristo, amén- y estaba demasiado caliente, y como no había gasolineras 24 horas para timarte con las bolsas, creó el invierno para hacer su bebida más refrescante o que a El Corte Inglés no le parece que pueda tener tanto éxito Cortylandia a 40º grados, y tampoco sería invierno en El Corte Inglés … y que desaparezca ese anuncio es como si desaparece el Mensaje de Navidad del Rey, aunque este año quizá le convendría darlo a 40º grados … por eso de que va con gafas de sol. Cuánto daño ha hecho La Martirio…

Buen finde/puente/acueducto a los que lo tengan y no lleven impreso a fuego adjetivos terminados en ada como servidora.

Aún así… se hará lo que se pueda… Nunca sabe una que le deparará… Oh la, la.

Salud

Foto: deviantArt.com

A Diciembre

Hoy he amanecido rodeada de trending topics que daban la bienvenida al señor Diciembre. A mí antes me molaba ese señor, lo admito. Lo nuestro fue un amor muy difícil, una relación de amor y odio en la que el frío de la calle y la calidez de las luces de Navidad eran la cara y la cruz de nuestra relación. Sí, Diciembre, tú antes molabas. Yo te quería. Y ahora ya no. 


Caí en la trampa de irme contigo, Diciembre. Tú, tan refinado, tan elegante, tan festivo... Sabíamos que no funcionaría, que nunca me gustó el blanco en los pies -que se de por aludido/a el/la que convenga-, y que el rojo no me sienta bien, con mi aspecto aniñado y naïve. 


Del verde ya ni hablamos. Si el escarlata me hace parecer una mujer que no soy, el verde me teletransporta directamente a  mi infancia. No podría acompañarte, de ese modo: tendrías que elegir entre una femme fatale, que no soy en absoluto, o una duendecilla, ayudante de Santa, que dicen los yankees. Y con esto no quiero decir que yo no sea suficiente para ti. No. Es que tú no lo eres para mí. 




Lo siento, Diciembre, pero